miércoles, 1 de agosto de 2012

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¿Pero que estoy haciendo? Quítate Samira, aléjate de él! -Ai!- grite mientras me giraba con las manos sobre mi cabeza- ¿qué estoy haciendo? Él apartó la mirada. Se le notaba algo confuso y un poco más distante a pesar de lo que había pasado. -Perdón, necesito respirar, me voy al baño-salí de la habitación sin mirar hacia detrás en ningún momento. Tenía que pensar. Después de eso ¿podía quedarme allí? CONFUSIÓN. Solo confusión en mi cerebro. ¿Es cosa mía o disfrutó? Da igual, tengo que salir de aquí y hablar con él. Me acerco a la puerta e intento abrirla. No se abre, la puerta no se abre. Estoy empezando a alterarme. Tengo claustrofobia. -Socorro! La puerta no se abre! Por mucho que grite... no me responde nadie. Repito mi grito, pero aún así... Tras cinco minutos de agobio, vuelvo a intentarlo: -Socorro! La puerta no se abre!-esta vez, con más fuerza. -¿Samira? -Juan, por favor, se ha quedado la puerta trabada, ¿me ayudas? -¿Has probado a girar el fechillo? Mi mirada se fue directa a la cerradura. Definitivamente, soy idiota. EL fechillo estaba impidiendo que la puerta se abriera y por ese motivo había sufrido durante diez minutos encerrada en un baño claustrofóbico. Giro el pestillo, abro la puerta, salgo y bajo la mirada sonrojada antes de mirar la cara de Juan. Aunque no hacía falta mirarle para saber que se estaba riendo, sobresaltaban sus carcajadas.

sábado, 19 de mayo de 2012

Diversos sentimientos recorrieron mi cuerpo. ¿Pero que estoy haciendo? Es mi profesor de sociales. Pero... De todas maneras me encanta... Es como besar a un chico por el que llevas enamorada mucho tiempo. Nuestros labios se fueron separando poco a poco. Tenía ganas de mas pero eso no podía ser. Sabiendo que era mi profesor de sociales, esto era algo impensable. Nuestros labios ya están separados completamente. Sigo con los ojos cerrados, no quiero mirarle. Solo quiero seguir lo que habíamos empezado. Te quiero Juan, eso seria lo mas difícil de decir. -Perdona Juan...-dije con los ojos ya abiertos. Tras mis palabras, otro beso surgió de nuestros corazones. Poco a poco fuimos acercándonos a la habitación

viernes, 18 de mayo de 2012

El ruido de mi teléfono movil le interrumpe.
-Perdona Juan. Debo cogerlo,  ahora seguimos hablando ...
-no pasa nada Sami, ahora hablamos- me respondió guiñando un ojo.
No me llamaban, pulse la tecla del reproductor para salir de aquella situación tan embarazosa. Y como hice que sonara el teléfono, debo fingir una conversación telefónica.
Durante quince minutos estuve hablando con "Franqui" en una conversación que nunca ha existido.
-Ya he terminado de hablar- dije abriendo la puerta del baño que estaba media entornada.
¡Que fallo! No debería haber cometido ese error... ¡Estaba en calzoncillos!
ME miró sonrojado. Yo me sonrojé más.
-Me parece que no es buen momento para acabar la conversación- dije para intentar romper el hielo.
-Te equivocas, es el momento perfecto- respondió dando unos pasos hasta colocarse enfrente mio.
-No creo que sea buena idea....
-Sami, te...
Antes de que acabara cerré mis ojos, y sentí su respiración cercana a mis labios. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Y antes de un cantar de gallo, mis labios se unieron a los suyos.

jueves, 17 de mayo de 2012

Samira, tienes un cuerpo excelente y una belleza que impresionaría a cualquiera. Si yo fuera un tío, ya me habría acostado contigo. Eso era lo que me decía mi amiga Francki siempre. Pero ahora soy yo la que me lo digo, aquí delante de este espejo. Es la última vez que digo que digo que soy fea. A partir de ahora, soy guapa y soy la chica con mejor cuerpo de todo el colegio.
Tras lavarme la cara, salgo del baño y entro en la cocina. ¡No puede ser! ¿Qué hace aquí la profesora de naturales? No serán... no. La profe de naturales tiene novio... Pero... ¿y si él era su novio? No. Samira, relájate, entra y saluda. No, mejor no, "mientras nadie lo sepa, no habrá ningún problema" recuerdalo. Pero... y si él ya se lo contó...
Me asomo a la puerta y escucho la conversación:
-Juan, perdona por venir a esta hora... pero mi móvil se perdió y no puedo llamar al colegio para avisar que no podré acudir hoy. Así que como vivo aquí al lado, vengo para que informes a la recepcionista.
-Vale, pero llego tarde así que si no te importa...
-Claro, nos vemos mañana.
Me escondo rápidamente y veo como la profesora de naturales sale del piso.
Entro en la cocina:
-Juan, casi me ve- dije avergonzada una vez más por la situación.
Me miró con esa sonrisa perfecta. Estaba sin camisa e inevitablemente, miré su torso desnudo. No cabe duda de que está bueno... ¿pero que estoy diciendo? es mi profesor...
-No hubiera pasado nada- me respondió sonriendo
-Vale... ¿Desayunamos?
-Como no.
Me senté y empezamos a desayunar.
-Sami...
Se me va a declarar... lo sé... No. Es mi profesor... ¿Cómo va a pasar eso?
-Dime...
-Pues... quería saber... cómo te va en el colegio...
-Pues a pesar de que quedan un par de días para que acabe el curso... bien.
-Me alegro... y... ¿el amor?
Que pregunta más inesperada. ¿Le digo que soy una fresca que se enrolla con cuatro o cinco cada vez que sale?No... no sería apropiado...
-Pues... ahora mismo estoy libre... corté con mi ex hace unos meses...
-Me alegro- respondió inesperadamente.
-¿cómo?
-Nada... perdona... no quería decir... nada.
Esta vez me he sonrojado demasiado. Me levanto disculpándome con la cabeza y me dirijo nuevamente al baño.
Entro al baño pero no cierro la puerta. Abro el grifo y me mojo la cara.
-Samira... perdoname... no quería ofenderte...
Miré hacia la puerta, era Juan. Le miré a los ojos y sonreí.
-No pasa nada. Cualquiera se equivoca.
Juan baja la cabeza y respira hondo.
-Pero Sami... la verdad es que...te...

viernes, 11 de mayo de 2012

Ya preparado el desayuno, cuando iba a llevarlo a la mesa; sentí unas manos que acariciaban mi espalda llegando hasta el centro de mi barriga. Giré la cabeza y allí estaba él, abrazándome.
-Muchas gracias Sami, tiene muy buena pinta-dijo mientras me abrazaba.
-Gra...Gracias...-dije sonrojada y a la vez algo vergonzosa.
Me sonrió, cogió la bandeja y se encargó de llevarla a la mesa. 
-Tengo que ir al baño, ahora vuelvo- le dije más avergonzada aún.
Salí de aquella habitación lo más rapido que pude y entré en el cuarto de baño con un profundo pensar en mi cabeza,
Me miro al espejo. Que guapa soy. Pero a lo que iba, ¿querrá algo conmigo mi profesor de sociales?No. No puede ser, ¡es mi profesor!. Relájate Sami... Tú sabes comportarte en situaciones como estas... ya has tenido novio y ya has hecho lo que tenías que hacer con él. Pero... ¿y si ocurre algo que no tiene que ocurrir?

miércoles, 9 de mayo de 2012

Ya es de día, ¿donde estoy?. Esto no es mi casa... Que dia es... Me giro lentamente y mi primera vista me impresiona; tengo un hombre sin camisa durmiendo al lado mio... ¿Ha pasado algo que no debia de pasar? No, un momento... se parece a... ¡JUAN! Ya me acuerdo... por desgracia nada ha sido un sueño. Hoy es martes y quedan tres días para que acabe el curso.
<<RIiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing>>- Acaba de sonar el despertador... deben ser las siete o las seis de la mañana.
Oí un ruido de un bostezo.
-Buenos días Samira.
-Buenos días Juan. ¿Dormiste bien?
-Fantásticamente ¿y tu?
-Bastante bien... ¿ Desayunamos?
-Vale ¿lo preparo?
-Pues si quieres...
-En seguida.
Me levanté sin darme cuenta de que el pantalón estaba con la parte de las piernas remanadas y parecían una bragas. En seguida me di cuenta, le miré a los ojos y me sonrojé. Después de una larga risa de ambos, me dirigí a la cocina.
Saque tazas, leche, cafe, tostadas y mantequilla y preparé un desayuno muy apetitoso.

miércoles, 25 de abril de 2012

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Llegamos a la habitación... más bien, yo llegue a la habitación y él desapareció mientras caminábamos hacia ella. Saqué mi pijama de una de las bolsas y empecé a quitarme la camisa tras ver que él no entraba en la habitación. Me puse la camisa del pijama y a continuación, hice lo mismo con los pantalones.
-Samira, ¿ya estás vestida?
-Sí Juan, estoy lista para irme a la cama, solo me falta lavarme los dientes. A ello voy.
-Vale.
Me dirigí al baño que está en la misma habitación y comencé a lavarme los dientes. A mi lado se oyeron pasos, de los que me olvide al empezar a tatarear aquella canción que sonaba en mi cabeza desde que teníamos tres años.  Acabé de lavarme los dientes y miré hacia la habitación. Mi primera visión fue una espalda desnuda intentando ponerse una camiseta. Mire hacia otro lado. Cuando supuse que se había terminado de poner la camiseta, volví a mirar asegurándome primeramente de que no cometía ningún error. Correcto, no hay monos en la costa. Al ataque. Caminé hacia mi cama para dejar el neceser con el cepillo de dientes. Me cogí una coleta:
-Me voy a dormir que tengo sueño, cuando acabes apagada la luz- me dijo mirándome la camiseta del pijama de Cállate la boca.
-Espera espera, enseguida termino. y sin pensar un segundo más terminé de atarme la coleta mientras él no paraba de mirarme sin apartar la vista ni un instante.
Me senté en la cama, sabiendo en todo momento que me estaba mirando, y me acosté.
-¿Rezamos? - preguntó tímidamente.
-Claro, casi se me olvida- contesté interesada.
Comenzamos a rezar y antes de acabar, mis ojos se cerraron lentamente.

sábado, 21 de abril de 2012

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Terminamos de recoger la mesa. Un sueño enorme recorrió mi boca haciéndome bostezar. Me tape la boca para ser educada y pedí perdón. Ocurrió lo mismo de siempre. "no tienes que pedir perdón por todo".
-¿Tienes sueño no?
-Si, un poco... Pero no me puedo perder los protegidos... ¿Me dejas verlo?
-¿Los protegidos? No sabía que lo vieras... Nunca he sabido de que va... Si quieres lo vemos juntos.
-Vale muchas gracias.
-¿Es qué no recuerdas lo que te he repetido cuando cenábamos?
-Si, no volveré a dar las gracias si no es necesario.
-Así me gusta- dijo riéndose.
Estaba avergonzada. Era la primera vez que sentía tanta confianza con una persona... Es como si fuera parte de mi, esa parte donde guardas los sentimientos que no quieres contar a nadie... Era extraño, demasiado extraño...
-¿Es en Antena 3 verdad?
-Si, pero todavía no empieza... falta media hora...
-¿Qué hacemos mientras?
-No se... lo que quieras...
-Juguemos a algo- dijo guiñándome un ojo.
-¿Jugar? Tengo 13 años para 14... ya no juego...
-No digas eso. Ahora que eres pequeña, quieres ser mayor y cuando lo seas... desearás tener de nuevo 14 años.
Tenía razón. Y para colmo, me estaba convirtiendo en los monos titiriteros de mi curso. Que decepción conmigo misma. ¿Realmente valía la pena lo que pensaba? ¿Era realmente mayor para eso? No. No. Lo se. Tengo la edad que tengo y son 13 años, y si quiero seguir siendo una niña. Seguiré siéndolo  y ningún mono titiritero me va a hacer cambiar de pensar. Es mi vida. Son mis sentimientos. Y es la forma de ser que yo quiero, no la que me digan.
-Bueno... ¿Y a qué jugamos?
-Pues... ¿como se llama ese juego que jugáis vosotras en las fiestas de pijamas? Es que lo he visto en una película pero no recuerdo bien...
-¿Verdad o atrevimiento?
-Pues sí debe ser...
-Pero para eso tienes que tener mi edad  y saber guardar secretos como si fueran tu vida...
-Ah, pues entonces déjalo... porque tengo algunos años más que tú...
-¿Y si jugamos a veo veo?
-¿En serio?
-Sí, hace tiempo que no juego...
-Esta bien.
-Empiezo.
Y durante quince minutos jugamos a Veo Veo. Gané yo, ya que adrede buscaba cosas que estuvieran a poca visión.
-¡Ya empieza!- dije gritando mientras miraba el reloj.
Rápidamente cogió el mando a distancia y puso A3 en la televisión. Justo estaba empezando ya la recapitulación.
Empecé a verlo  y un rato más tarde... las luces se habían apagado y no oía ni sentía nada...
-Sami...       Sam...    Samira.... -oía una voz suavemente en mi oído pero no sabía exactamente quién era.
Abrí los ojos lentamente y vi unos perfectos ojos mirándome. Tenía la sensación de haberme quedado dormida.
-Samira, te has quedado dormida en el sofá y te he tumbado para que no tuvieras luego problemas con el cuello o algo- me dijo la voz de un hombre.
-¿Qué?- respondí a duras penas...
-Que te has quedado dormida.
-¡AI!
Me levanté rápidamente y volví a las composturas normales.
-Lo siento... quiero decir... nada. no debería haberme dormido... y menos sobre ti...
-No te has dormido sobre mi, te has dormido sentada en el sillón y como no quería que tuvieras mañana tortícolis, te he tumbado con la cabeza sobre mi regazo. Ya han  acabado los protegidos, si quieres vamos a dormir ya.
-Si, ya va siendo hora...-dije mientras me levantaba.
Se levantó y me invitó a pasar yo delante de él para ir a la habitación.

lunes, 16 de abril de 2012

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Seguimos cenando. Él ya había terminado y yo todavía estaba empezando.
-Eres bastante paciente comiendo- me dijo cuando me vio en la mirada lo avergonzada que estaba.
-Sí la verdad, me encanta hablar y cuando me dan tema de conversación no paro. Además que me has puesto muchos.
-Bueno pues si no quieres más puedes dejarlos.
-No se deja nada en el plato- intervine antes de que dijera lo próximo.
-Eres muy educada.
-Gracias.
Su mirada fulminante me atravesó los ojos hasta la nuca.
-Perdón...- me miró mal de nuevo- quiero decir... esta bien, me callo.
Se le escapó una risilla. A la que no pude evitar seguirle el juego y reír yo también.
Cuando acabamos de reírnos, me levanté educadamente y le retiré el plato de delante.
-Estate quieta- me dijo intentando quitarme el plato de las manos.
-No, no me cuesta nada recogerlos, además tu has hecho la cena.
-Y tú has puesto la mesa.
-Ya pero lo mio ha sido mucho menos.
-Está bien...
Entonces después de nuestra pequeña disputa, apartó su mano y dejó que yo retirara los platos de la mesa. Seguidamente se levantó y retiró los vasos, el mantel y el caldero. Todo le cupo en las dos manos y yo me sentí débil al poder únicamente con un plato en cada mano.

sábado, 14 de abril de 2012

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-¿te gustan?-me dijo avergonzado.
-Sí, están muy ricos, el orégano le dio un toque especial.
-No lleva orégano.
Acabo de meter la pata hasta el fondo. Que vergüenza.
-No te preocupes-dijo- todo el mundo comete un error.
-Gracias.
-Ya te he dicho que no debes dar las gracias por todo.
-Lo siento.
-Tampoco me debes pedir disculpas continuamente.
Los dos sonreímos a la vez. Me cae cada vez mejor. Además tiene un gusto exquisito.
-¿Qué tal te van las clases?
-Pues todas bien menos sociales.
Rio durante treinta segundos sin parar.
-¿Por qué dices eso?-me preguntó cuando terminó el chiste.
-Lo dije de broma, de momento solo tengo problemas en física y química. Es diferente, no había tenido esa asignatura hasta este año y yo de mayor no me voy a dedicar a eso preferentemente. Así que no entiendo porqué tengo que estudiarlo.
-Son principios básicos. Yo tampoco quería estudiar matemáticas y tuve que hacerlo. Es la ley y...
-Contra ella no se lucha- terminé la frase.

viernes, 13 de abril de 2012

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Eran las 20:00, estaba en el piso de uno de mis profesores. Uno de los más guapos. En mi tripa no paran de revolotear mariposas, mi cabeza no para de dar vueltas, pero en lo que llevo allí, no he pensado en lo de mis padres.
-Voy a preparar la cena, ¿te gustan los espaguetis?- me dijo Juan.
-He traído yo la comida, no hace falta que prepares espaguetis.
-¿Y que has traído?
-Pizza, cuatro quesos y margarita.
-Tengo una idea. ¿Has desayunado pizza alguna vez?
-¿Desayunar pizza?- dije extrañada- nunca. Es muy extraño eso.
-No, es lo mejor del mundo. Dejamos las pizzas para el desayuno y cenamos espaguetis.
-Esta bien.
Se levantó del sillón donde estábamos sentados viendo la tele. Rectifico, él estaba sentado y yo estaba acostada con la cabeza apoyada en su regazo, me había quedado dormida viendo una película y me tumbó en el sillón. Al despertarme miré hacia arriba y vi su cara y entonces fue cuando los nervios me atacaron y brinqué para sentarme.
Ya en la cocina, Juan empezó a preparar los espaguetis.
-¿Te ayudo en algo?- dije educadamente
-No hace falta... bueno sí, si quieres ve poniendo la mesa, el menaje está aquí- dijo dirigiéndose a una de las gavetas de la cocina.
Entré en la cocina, cogí el menaje y me dirigí a el salón donde estaba la mesa.
estiré un mantel que estaba doblado sobre la mesa. Coloqué los platos perfectamente y los cubiertos en sus correspondientes lugares. Cogí dos vasos los coloqué y luego cogí unas servilletas de tela que estaban sobre la mesa también.
-La cena ya está Samira- dijo Juan desde la cocina.
-Vale, la mesa también está lista.
Vino más guapo que nunca. Llevaba un delantal negro con puntos de colores. La camisa le marcaba los brazos y los abdominales. Los pantalones vaqueros tenían un azul precioso y se había quitado la perilla, cosa de la que no me había dado cuenta. llevaba una manoplas de cocina y el caldero de los espaguetis.
-Vaya... nunca había visto a alguien poner la mesa tan en serio- me dijo impresionado por la belleza de la mesa.
-Si, las flores y las velas han sido un buen detalle.
Sonrió. Colocó el caldero sobre la mesa y nos sentamos a cenar. Tenía miedo de hablar así que me ceñí a comer.

jueves, 12 de abril de 2012

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Cogimos un ascensor que llevaba al tercer piso. Concretamente eran cinco y tuvo muchísima suerte de encontrar ese piso, ya que el tercero, era uno de los más grandes. Bajé del ascensor:
-Necesitas ayuda con eso- afirmé- dame algo que no me importa llevarlo.
-No hace falta de verdad. Es el 3ºB, toma la llave.
Cogi la llave y me dirigí hacia la puerta que ponía B. Intenté abrir pero se me hizo imposible ya que no entendía esa cerradura.
-No puedo girar la llave.
-Tienes que tirar de la puerta un poco y despues girar la llave al sentido contrario.
-Gracias
-No debes darme las gracias por todo.
-Pero esto que estás haciendo por mi es muy bonito y...
-De nada, es lo menos que podía hacer cuando alguien lo pasa tan mal- me dijo con su preciosa sonrisa.
Me sonrojé y me giré hacia la puerta. Esta vez, conseguí abrirla. Deje que pasara él primero, pero se negó y me dijo que pasara yo. Obedecí y entre.
De repente mis ojos empezaron a abrirse como platos. Miraba a todos lados con la boca abierta. Era un piso increíble y estaba perfectamente decorado. Un estilo medieval con algo fantástico a la vez. En las paredes había espadas y cuadros abstractos que hacían que la casa tuviera algo de locura. Los muebles tenían estilo rústico y el baño, o al menos lo que se veía de él, estaba decorado con cuadros chiquitos de personajes de ficción. Me quedé paralizada en la puerta.
- mm... Perdona Sami... puedes apartarte... voy cargado...
-Perdón, lo siento mucho no me di cuenta. Estoy sorprendida, tiene usted muy buen gusto.
-Gracias, pero... ¿por qué ahora me tratas de usted si siempre me tratas de Juan?
-Porque ahora estoy viviendo en tu casa y realmente no te conozco como para tratarte de tú.
-Por favor, trátame de tú. No hay ningún problema.
-Vale.
Me aparté y le quité algunas cosas de las manos.
-¿Dónde las dejo?- le pregunté
-Llévalas a la habitación.
Me dirigí a la habitación y él detrás mio. Entré y sucedió exactamente lo mismo. La cama era de agua, las paredes estaban pintadas de verde pistacho y el techo de blanco. Me entraron ganas de lanzarme a la cama
Oí como la puerta daba un portazo y asustada me giré. Juan ya había soltado todas mis cosas sobre su cama y se dirigía hacia mi. Empecé a tener miedo. Su cara me miraba fijamente con aspecto de lujuria. Me quedé paralizada mirándole, no podía moverme, tenía demasiado miedo. Creía que me iba a violar o algo parecido. Se agachó ligeramente hasta alcanzar mis ojos con los suyos paralelamente. Mis labios estaban a pocos centímetros de los suyos. Tenía deseo de besar a ese señor con esa sonrisa tan bonita. Pero él se adelanto a mis movimientos y cogió la ropa que tenía yo en las manos.
-Uff...-dije con alivio.
-¿Has dicho algo?
-Nada, que muchas gracias por lo que estás haciendo.
-Ya te he dicho que no me tienes que dar las gracias.
Silencio.

sábado, 7 de abril de 2012

-.-

Obedecí y entré en su coche. Miré todos los botones de arriba a abajo para intentar averiguar para que servía cada uno. Mi mirada se fue directa a la puerta del conductor, había una foto. Aparecía una chica con el pelo rizado y pelirrojo, con los ojos claros y los labios pintados de rosa. No la cogí, por si acaso entraba Juan y me veía y le molestaba.
Dejé de mirar la foto, ya que oí como la puerta del maletero se abría. Miré hacia atrás y allí estaba él. Un chico de 23 años con esa sonrisa tan perfecta. Le miré a los ojos y sonreí. Giré la cabeza y seguí mirando hacia delante. Unos cinco segundos mas tarde se abrió la puerta del conductor y entró.
-¿En qué zona vives? -dijo- ¿sabes como llegar no?
Asentí con la cabeza y sin esperar un segundo, arrancó el coche.
-En mi piso solo hay una habitación. En ella duermo yo, pero no habrá problema, dormiré en el sillón y tu dormirás en mi cama- añadió mientras miraba a la carretera.
-No hace falta, puedo dormir en el sillón. Solo necesito una manta y un cojín.
-Me acabo de acordar que tengo una cama supletoria debajo de mi cama. Dormirás mejor en ella.
-Esta bien. Si hace falta, cojo la cena de mi casa.
Llegamos a mi casa. Salta el muro y cojo la llave que mi madre siempre tenía escondida en una de las macetas de la terraza. Abro y subo a mi habitación. Cojo ropa, abrigo, pijama, lo necesario para mi aseo, mi almohada y bajo a la cocina a por algo de comer. Apago todas las luces que he encendido y sin evitar el lloro, salgo de mi casa, cierro la puerta con llave, guardo la llave en mi maleta y me dirijo al coche.
Juan salió del coche, cogió todo el peso que yo llevaba y lo metió en el maletero.
-Gracias- añadí.
-No hay de qué.
Abrí la puerta del copiloto y volví a entrar en el coche. Mi tripa empezó a revolverse. Estaba nerviosa. Era una aventura diferente. Peligrosa para ambos. Y no tenía ni idea de como iba a acabar aquello.
Cerré los ojos. Al abrirlos ya habíamos llegado a su edificio. Miré el reloj, me había quedado dormida. Bajamos una rampa en coche que llegaba al garaje. Se encendieron las luces automáticamente. Aparcó increíblemente bien y bajó del coche.
Mi cinturón estaba atascado, por lo que no podía salir. Juan se dirigió a mi sitio, abrió la puerta y con cuidado, pasó la cabeza por encima de mis piernas para poder ver el cinto. Me puse recta e intente no rozarle. Con un gran apretón, consiguió desabrochar el cinto. Roja como un tomate, salí del coche y me dirigí al maletero.
Abrí, cogí mis cosas y cerré. Me volvió a quitar todo de las manos y nuevamente le agradecí su acto de caballerosidad.

viernes, 6 de abril de 2012

Llega el momento...

Me sequé las lágrimas antes de que las cuarenta y cinco personas que tenía a mi alrededor sospecharan algo. Recogí el teléfono del suelo y se lo devolví a la recepcionista. Le de las gracias educadamente y me dirigí hacia las escaleras.
Cada escalón era una eternidad de dolor y amargura. A medida que bajaba mi corazón se hacía más débil, mi estómago rugía de odio y mi cabeza daba vueltas en círculo en la oscuridad.
-Samira- escuché un instante- Samira, ¿estás bien?
Me paré en seco, mira a los ojos a aquel hombre, las lágrimas me estaban cayendo de los ojos y sin pensarlo dos veces me lancé contra su pecho y le abracé con todas mis ganas. Su mano acariciaba mi pelo suavemente y preocupado decía:
-Todo se arreglará Samira, todo en esta vida tiene solución.
Sin dejar de abrazarle, le volví a mirar a los ojos. Y ahora éramos los dos los que teníamos lágrimas en los ojos.
-Si quieres luego hablamos en privado. Solo si lo necesitas- me dijo.
Le miré fijamente con cara de angustia y esta vez fue él quien me abrazó.
-Gracias- me di la vuelta y seguí bajando las escaleras. Esta vez, mirando al frente e intentando mantener las composturas. Ya había tenido suficiente con haberme lanzado a abrazar a mi profesor de sociales, Juan.
Al llegar finalmente a mi clase, me senté en mi sitio, saqué el paquete de pañuelos de mi maleta y miré al profesor fijamente. Me miró y vio mis ojos rojos llenos de rabia, se trabó al hablar pero enseguida recapituló y siguió su explicación.
Mis ojos fueron directos a mi libro de lengua, no para leer, para perder la mirada no se dónde y dejar todo a un lado.
De repente sonó la sirena. Es la hora del recreo. Salí y fui directa a Juan a pedirle disculpas por mi comportamiento anteriormente. Lo encontré enseguida,estaba en el departamento, le pedí que saliera y lo dejó todo por venir conmigo. Fuimos al baño, que suele estar solitario y entramos cerrando la puerta a nuestro paso.
Tranquilamente empecé a contarle lo sucedido. "tranquilamente" porque a cada palabra se le añadía una lágrima de dolor y amargura.
Finalmente ocurrió otro inesperado abrazo.
Salí del baño y él detrás mio. Silencio fuera, ya había tocado la sirena de regreso a casa.
-¿Donde vas a dormir?- me preguntó.
-No lo se... Tendré que buscar un hotel y pagarlo con mis ahorros.
-De eso nada, sube a mi coche, te llevo a tu casa, coges ropa y duermes e mi casa esta noche. No habrá problema mientras nadie se entere.
Es la primera sonrisa que sale de mi cara en tres horas.
-Gracias- contesté al momento.

jueves, 9 de febrero de 2012

Capítulo 4: no llores por mi

Mis ojos empapados en amargura y dolor se cerraron. Mi boca seca de felicidad se llenó de sentimientos inexplicables. Mi nariz se empapó de soledad. Mis orejas no oían ,más que desgracias. Mis brazos colgaban como un ahorcado en la cuerda con toda su vida por delante. Mis piernas temblaban y se desequilibraban como si mi cuerpo no funcionara correctamente. Pero lo peor de todo: tenía un dolor en el pecho que me hacía sentir lo más desgraciado de este mundo. Un dolor que inexplicablemente, acababa con toda la felicidad de este mundo para convertirla en tristeza. Un dolor que aun siendo dolor, parecía un vaso vacío de esperanza y sueños. Un dolor que fulminaba con metralletas y cañones toda mi infancia.
En cinco minutos de conversación, una persona desconocida, me derrumbó toda la vida. Mi madre, una persona que había estado conmigo desde que yo estaba aún en los interiores. Mi madre, la que me concebió, la que me guardó en su interior protegiendome de todos los peligros que podían acabar con mi vida. La chica que prometió cuidarme hasta el final. La señora favorita en mi vida. Mi madre lo único que tenía en mi vida que valiera realmente la pena, me había abandonado. Un motor y cuatro ruedas habían acabado con ella y con todo lo que le quedaba a mi lado.
Por otra parte, tener que abandonar mi vida diaria, para acudir a otro lado, sin familia, rodeada de desconocidos, sin nadie que me quiera... He oído hablar de esos lugares, pero los comentarios recibidos no son muy buenos...