jueves, 9 de febrero de 2012

Capítulo 4: no llores por mi

Mis ojos empapados en amargura y dolor se cerraron. Mi boca seca de felicidad se llenó de sentimientos inexplicables. Mi nariz se empapó de soledad. Mis orejas no oían ,más que desgracias. Mis brazos colgaban como un ahorcado en la cuerda con toda su vida por delante. Mis piernas temblaban y se desequilibraban como si mi cuerpo no funcionara correctamente. Pero lo peor de todo: tenía un dolor en el pecho que me hacía sentir lo más desgraciado de este mundo. Un dolor que inexplicablemente, acababa con toda la felicidad de este mundo para convertirla en tristeza. Un dolor que aun siendo dolor, parecía un vaso vacío de esperanza y sueños. Un dolor que fulminaba con metralletas y cañones toda mi infancia.
En cinco minutos de conversación, una persona desconocida, me derrumbó toda la vida. Mi madre, una persona que había estado conmigo desde que yo estaba aún en los interiores. Mi madre, la que me concebió, la que me guardó en su interior protegiendome de todos los peligros que podían acabar con mi vida. La chica que prometió cuidarme hasta el final. La señora favorita en mi vida. Mi madre lo único que tenía en mi vida que valiera realmente la pena, me había abandonado. Un motor y cuatro ruedas habían acabado con ella y con todo lo que le quedaba a mi lado.
Por otra parte, tener que abandonar mi vida diaria, para acudir a otro lado, sin familia, rodeada de desconocidos, sin nadie que me quiera... He oído hablar de esos lugares, pero los comentarios recibidos no son muy buenos...