viernes, 13 de abril de 2012

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Eran las 20:00, estaba en el piso de uno de mis profesores. Uno de los más guapos. En mi tripa no paran de revolotear mariposas, mi cabeza no para de dar vueltas, pero en lo que llevo allí, no he pensado en lo de mis padres.
-Voy a preparar la cena, ¿te gustan los espaguetis?- me dijo Juan.
-He traído yo la comida, no hace falta que prepares espaguetis.
-¿Y que has traído?
-Pizza, cuatro quesos y margarita.
-Tengo una idea. ¿Has desayunado pizza alguna vez?
-¿Desayunar pizza?- dije extrañada- nunca. Es muy extraño eso.
-No, es lo mejor del mundo. Dejamos las pizzas para el desayuno y cenamos espaguetis.
-Esta bien.
Se levantó del sillón donde estábamos sentados viendo la tele. Rectifico, él estaba sentado y yo estaba acostada con la cabeza apoyada en su regazo, me había quedado dormida viendo una película y me tumbó en el sillón. Al despertarme miré hacia arriba y vi su cara y entonces fue cuando los nervios me atacaron y brinqué para sentarme.
Ya en la cocina, Juan empezó a preparar los espaguetis.
-¿Te ayudo en algo?- dije educadamente
-No hace falta... bueno sí, si quieres ve poniendo la mesa, el menaje está aquí- dijo dirigiéndose a una de las gavetas de la cocina.
Entré en la cocina, cogí el menaje y me dirigí a el salón donde estaba la mesa.
estiré un mantel que estaba doblado sobre la mesa. Coloqué los platos perfectamente y los cubiertos en sus correspondientes lugares. Cogí dos vasos los coloqué y luego cogí unas servilletas de tela que estaban sobre la mesa también.
-La cena ya está Samira- dijo Juan desde la cocina.
-Vale, la mesa también está lista.
Vino más guapo que nunca. Llevaba un delantal negro con puntos de colores. La camisa le marcaba los brazos y los abdominales. Los pantalones vaqueros tenían un azul precioso y se había quitado la perilla, cosa de la que no me había dado cuenta. llevaba una manoplas de cocina y el caldero de los espaguetis.
-Vaya... nunca había visto a alguien poner la mesa tan en serio- me dijo impresionado por la belleza de la mesa.
-Si, las flores y las velas han sido un buen detalle.
Sonrió. Colocó el caldero sobre la mesa y nos sentamos a cenar. Tenía miedo de hablar así que me ceñí a comer.

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