lunes, 16 de abril de 2012

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Seguimos cenando. Él ya había terminado y yo todavía estaba empezando.
-Eres bastante paciente comiendo- me dijo cuando me vio en la mirada lo avergonzada que estaba.
-Sí la verdad, me encanta hablar y cuando me dan tema de conversación no paro. Además que me has puesto muchos.
-Bueno pues si no quieres más puedes dejarlos.
-No se deja nada en el plato- intervine antes de que dijera lo próximo.
-Eres muy educada.
-Gracias.
Su mirada fulminante me atravesó los ojos hasta la nuca.
-Perdón...- me miró mal de nuevo- quiero decir... esta bien, me callo.
Se le escapó una risilla. A la que no pude evitar seguirle el juego y reír yo también.
Cuando acabamos de reírnos, me levanté educadamente y le retiré el plato de delante.
-Estate quieta- me dijo intentando quitarme el plato de las manos.
-No, no me cuesta nada recogerlos, además tu has hecho la cena.
-Y tú has puesto la mesa.
-Ya pero lo mio ha sido mucho menos.
-Está bien...
Entonces después de nuestra pequeña disputa, apartó su mano y dejó que yo retirara los platos de la mesa. Seguidamente se levantó y retiró los vasos, el mantel y el caldero. Todo le cupo en las dos manos y yo me sentí débil al poder únicamente con un plato en cada mano.

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